Tarea 2: Relato de Narciso

Caminando por un sendero ensordecedor, en la mezcla de miles de voces, parecía estar en soledad, como cuando te rodean los cuerpos, pero sólo escuchas tus propios pensamientos. Era un bosque y al final, el mar, fue ahí cuando una luz se desprendió del pecho y le vio, le vio tan alegremente que no dudó en soltar una sola palabra, por fin se daba cuenta de todo —Se refleja la luna en el océano como los sentimientos en el corazón, los escalofríos en la piel, el amor en los ojos y la paz en el ser. Si todo está en calma, irrumpes en caos, todo se va de su sitio y el suelo parece tambalear. Si todo es un desastre, sabes poner todo en su lugar. Todo lo haces tan a tu manera, con nada más que tu esencia. Cada que pasas queda tu perfume y son imborrables tus huellas. Para mí, eres una teoría, una forma inexplicable en la que se puede tocar el fuego sin quemarse, un lugar desconocido donde podría perderme sin sentir miedo. Fuerza, valentía. Las olas son tus rizos y el universo tu alma. Tus ojos oscuros pintan de color el mundo de quién los mira y qué fortuna quién puede tener la más dulce de tus miradas. ¡Qué suerte! Que quién te pueda llevar de la mano sea capaz de sentir la suavidad de las nubes. Permíteme contar cada uno de tus lunares y quedarme minuciosamente en cada rasgo de ti, como si de un planeta se tratara. Déjame conocer cada día tu espíritu, tan cambiante pero tan único. Quiero experimentar todo de ti hasta mi último respiro y despertar mi felicidad con tu sonrisa hasta mi último latido, porque eres la más preciosa de las melodías y no quiero perderme ni una sola nota de tu compleja composición.— Todo se quedó en silencio. Un silencio en armonía, sin incomodidad. No tenía que esperar una respuesta, al mismo tiempo, ya se lo había dicho todo. Le había confesado un amor inconmensurable, con el que ahora, si lo deseara, podría amar a alguien más.